Un encuentro a través de Hechos (2016)

Capítulo 1

(1-26) En el libro de Hechos de los apóstoles que, de paso, en los papiros más antiguos solo aparece como "Hechos" (ya que no cubre la vida de todos los apóstoles e incluye algunos incidentes de Pablo y su conversión), vemos el poder del Espíritu Santo, la promesa que Jesús había dado de enviarnos a un Consolador. "Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días" (ver. 5). ¡Cuánta necesidad tenemos de ser bautizados por el Espíritu Santo! Ese bautismo nos capacitará para cumplir con la misión que Jesús nos ha encomendado realizar. "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (ver. 8). Nuestra influencia como discípulos debe extenderse más allá de nuestra colonia, de nuestra ciudad, de nuestro país. Esto no se logrará gracias a nuestras habilidades, sino al poder del Santo Espíritu obrando en cada uno de nosotros. Tengamos disposición para recibirle.

"Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido" (ver. 24). ¿Qué pasaría si antes de tomar cualquier decisión en nuestra vida le preguntáramos a Dios qué hacer? En la oración de los discípulos se expresa una gran verdad: "Tú Señor, que conoces los corazones de todos". ¿Qué cosas de nuestra vida le son ocultas a Dios? Ninguna, ni siquiera nuestros pensamientos. A Dios no lo podemos engañar. Es por eso que es tan importante pedir su orientación, porque Él sí que nos conoce. Preguntarle a Dios tiene un desafío para el ser humano y es estar dispuesto a aceptar su voluntad. ¿Qué si la voluntad de Dios no es compatible con nuestros gustos? Ahí es donde empieza el problema. Algunos que han aprendido a conocer los gustos de Dios y tienen que tomar una decisión prefieren no consultarlo porque saben perfectamente que su voluntad no irá en la dirección que quieren. No seamos hijos rebeldes y aprendamos a ceder nuestra voluntad. Lo que Dios quiere para nosotros superará nuestras expectativas. Él, como nuestro Padre, quiere lo mejor para nosotros y sabe perfectamente lo que nos hará felices. Recuerda, antes de tomar una decisión vayamos a Él en oración y pidámosle que nos señale el camino por el que debemos andar.

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