Un encuentro con Dios a través de Génesis (2018)
- Issac Corral M.
- 31 dic 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 4 nov 2023
Capítulo 1
(1-31) La Biblia es un libro fascinante. Lleno de historias, conocimiento, experiencias y muchas cosas más que nos ayudan a conocer más acerca de nuestro Creador. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (v. 1). Vaya manera de abrir el telón en las Sagradas Escrituras, presentándonos a un Dios triuno en los primeros tres versículos de la Biblia. En el versículo uno, Dios (Padre) es el creador. En el versículo dos, Dios es Espíritu: “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. En el versículo tres, Dios crea con su Palabra. La misma Palabra (Verbo) que se hizo carne (Juan 1:1).
Uno de los aspectos que me fascina de Dios como creador, es el ejemplo que nos deja y un principio de vida que no podemos perder de vista. La expresión: “Y vio Dios que era bueno” (v. 4, 10, 12, 18, 21, 25, 31) la encontramos 7 veces, una expresión por día. ¿Puedes imaginarte a Dios creando y deteniéndose para contemplar lo creado? Esto tiene una gran enseñanza para nosotros. No somos máquinas. Es bueno ser productivo, pero siempre debes tomar un tiempo para detenerte a contemplar lo creado. Esto es muy importante para que en nuestra vida haya un equilibrio. Recuerda, no somos máquinas, no somos robots. Por esa razón, necesitamos hacer un alto y descansar. Vaya forma de celebrarlo, por eso Dios hizo del séptimo día algo especial. Un momento en el que podemos conectarnos con nuestro Creador.
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (v. 26-27). Y todavía el mundo se sigue preguntando el origen del ser humano. Somos el resultado de un plan divino. Dios pensó en ti y en mí cuando hizo al hombre. Aunque el enemigo trata constantemente de distorsionar su imagen en nosotros, jamás podrá hacerlo de una manera completa. Dios sigue trabajando para que un día podamos recuperar esa imagen perdida con la entrada del pecado. Por esa razón envió a su Hijo Jesucristo a este mundo, para rescatarnos. No permitas que te engañen. Eres un hijo de Dios y siempre lo serás, a pesar de que niegues su existencia. Puedes morir “huérfano por elección” o puedes vivir con la familia de Dios por toda la eternidad. Hoy, reconoce a Dios como tu Creador y como tu Padre celestial.
“Y los bendijo Dios” (v. 28). Cuánto poder hay en estas palabras. Los hijos de Dios no conocen el fracaso porque siempre cuentan con su bendición. Por supuesto, es importante aclarar que el concepto de fracaso y de éxito puede verse influenciado por el relativismo en el que vivimos. Sin embargo, los hijos de Dios estamos convencidos de que la voluntad divina en nuestra vida es lo mejor que nos puede pasar. Vivimos en un mundo de pecado y Satanás trata de quitarnos la seguridad de la bendición que Dios nos dio desde la misma creación. No dejemos que logre su propósito. Aferrémonos a la palabra de Dios.

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