Un encuentro con Dios a través de Lamentaciones (2015)

Capítulo 1

(1-22) "¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa!"(ver. 1). ¡Qué manera de iniciar este libro de Lamentaciones! El profeta Jeremías, después de haber terminado con la tarea de dar los mensajes de Dios al pueblo de Judá y ver personalmente su cumplimiento, se sienta a escribir y abre su corazón con estas palabras. Tristemente pudo ver cómo el pueblo de Dios fue cambiando su condición hasta quedar destruído. Este primer versículo debería quedarnos a cada creyente como una advertencia. Sobre todo a aquellos que estamos luchando para mantenernos en los caminos de Dios y saber que esto necesita constancia, permanencia. ¿Será que corremos el mismo peligro de pasar por lo que el pueblo de Judá experimentó? ¿Te imaginas que se dijera: "Cómo fue posible que ‘tal hermano’ cayera en pecado si se mirabatan cristiano"? Esta lamentación de Jeremías era un sentimiento genuino, así como cuando la iglesia misma se conduele por la caída de un hermano al que amamos. ¡Todos sufrimos por el error cometido! Porque vemos las consecuencias del pecado al ver cómo una familia es destruída, un matrimonio joven se separa, un futuro prometedor es dejado a un lado o un ministerio pastoral es interrumpido. "Pecado cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida; Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza; Y ella suspira, y se vuelve atrás" (ver. 8). Sí, debemos estar conscientes de las consecuencias del pecado. "Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas" (ver. 16). El pecado nos hace sufrir y podremos llorar juntos, lamentarnos de lo que hicimos mal, pero no podemos quedarnos ahí. Necesitamos levantarnos y corregir nuestra situación. Así como hemos leído que Dios hizo volver a un remanente, podemos ser de los que regresan, de los que abandonan el mal camino y deciden volver a casa. Dios nos está esperando y quiere limpiar nuestras lágrimas.

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