Un encuentro con Dios a través de Romanos (2016)

Capítulo 1

(1-32) Pablo, quien es autor de esta carta, inicia poniendo de manifiesto su llamado. Esa era su carta de presentación: "Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios" (ver. 1). ¿Cómo nos definimos nosotros? ¿Reconocemos el llamamiento de Dios en nuestra vida? "Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo" (ver. 8). Pablo se siente agradecido con Dios porque sabe que todo lo que ha pasado ha valido la pena, ya que la fe de muchos sigue vigente. No hay mayor satisfacción que ver la felicidad de otros como resultado de un esfuerzo misionero que realizamos en favor de ellos. Ver esto confirma nuestro llamado. "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego" (ver. 16). Al final de la vida solo hay dos caminos: aceptar a Cristo y ser transformado a su semejanza o rechazarlo y, como consecuencia, ser esclavo del pecado. "Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza" (ver. 26).

Rechazar a Dios tiene consecuencias devastadoras para nuestra vida y para nuestra sociedad. "Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen" (ver. 28). Todos en algún momento nos hemos preguntado por qué existe tanta maldad en el mundo. La respuesta nos la da Pablo claramente. Ignorar a Dios ha traído sus consecuencias. Los versículos del 29 al 31 nos enlistan solo algunas cosas que pueden pasar como resultado de ignorar a Dios. ¿Te gustaría vivir en un mundo mejor? Lo único que hay que hacer es aceptar a Cristo. Cuando Dios habita en el corazón, dejamos de hacer cosas que dañan a los demás. Esto es tan sencillo pero a la vez desafiante ya que nuestra naturaleza pecaminosa se interpone al querer hacer lo correcto. Pablo lo expresó en las siguientes palabras: "Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican" (ver. 32). ¡Señor, queremos entregarte nuestra vida! No permitas que nuestra naturaleza nos arrastre hacia el mal de tal forma que nuestra conciencia quede incapacitada para reconocer que nos hemos extraviado.

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